lunes, 6 de junio de 2011

Km.0: Las mil caras de la dispersión


Quien no la haya vivido en sus propias carnes difícilmente podrá entender las consecuencias de la dispersión. Ni el mejor de los relatos puede acercar las emociones, las frustraciones, las penas y, a la vez, la fuerza que sienten los que semana tras semana recorren miles de kilómetros para ver a sus seres queridos; tampoco el miedo que desde una celda pueden llegar a sentir las personas que esperan con ansia a sus allegados, a aquellos que en escasos minutos les acercan, casi físicamente, a Euskal Herria.

Los que ayer tarde acudieron al Plateruenea de Durango pudieron verlo y oírlo durante la presentación del proyecto “Km.0: Las mil caras de la dispersión”, del fotógrafo Josu Trueba. Un trabajo que ha contado con la colaboración de Etxerat.
El Kafé Antzokia se llenó hasta la bandera para ver un espectáculo que en cuestión de sentimientos prometía, y que cumplió.

Los sones de la txalaparta dieron el pistoletazo de salida al acto. Inmediatamente las paredes de Plateruenea comenzaron a retumbar mientras que en la gran pantalla instalada se intercalaban instantáneas de carreteras, peajes, cafeterías, otra vez carreteras, prisiones...

Golpe a presos y allegados
En el acto los asistentes pudieron conocer las historias de Haizea, Felipe, Karmele, Nekane, Oier... Todas ellas narradas principalmente mediante fotografías. Tal y como relató Trueba, ellos son los verdaderos protagonistas del trabajo; todas aquellas personas que semana tras semana se desplazan miles de kilómetros para ver a sus allegados. Personas que, con nombres y apellidos, han relatado en primera persona, mediante palabras y miradas, cómo afrontan la dispersión, «esa maquinaria creada para golpear a las personas presas que azota también a sus allegados y amigos de una manera tan brutal».

Los datos son clarificadores. La dispersión ha provocado más de 300 accidentes de tráfico y 16 personas han perdido la vida en los trayectos a prisión.

Trueba subrayó que la vocación del proyecto es trasladar el debate en torno a esta realidad a la calle, hacerla visible, llevar las instantáneas a los lugares más habituales, a los más concurridos, «para socializar así el conflicto y llegar al máximo público posible»; en definitiva, «mostrar lo que no se ve o no se quiere ver».

En ese afán de llegar tan lejos como sea posible han lanzado una web –www.km0.net–, en la que todo aquel que lo desee puede obtener información sobre el trabajo y sobre las historias que han recabado y recabarán, fotografías para imprimir y difundir, vídeos y noticias y eventos en torno a este trabajo, que, tal y como comentó su autor, ha tomado como ejemplo el trabajo del colectivo Activestills y sus exposiciones en Is- rael y en Palestina. El impactante trabajo de aquellos fotógrafos también se pudo admirar ayer en Durango.

Vocación de desaparecer
Pero el trabajo “Km.0: Las mil caras de la dispersión” también tiene otra vocación: la de desaparecer para convertirse en un documento histórico, testimonio de lo que un día existió pero que ya no exista.

El acto contó con varias intervenciones artísticas en las que, por ejemplo, una bailarina simuló uno de estos trayectos con la ayuda de un proyector. Unas pequeñas líneas simulaban la líneas divisorias de la carretera; después llegaban los barrotes de la prisión; y posteriormente, también el cristal que separa a los allegados y amigos de sus presos en las visitas; un cristal que, cómo no, ayer, al menos, terminó hecho añicos.

Homenaje a las mujeres
La presentación de Durango quiso brindar un especial homenaje a las mujeres, a las compañeras, madres, hermanas, amigas, amantes, hijas... Lo hizo por la labor «silenciosa pero inpreicindible» que realizan para hacer frente a la dispersión carcelaria.

Uno de los momentos más emotivos del acto, precisamente, se vivió cuando subieron al escenario una docena de esas miles de mujeres. Candil en mano, recibieron un calusoro y emotivo aplauso del público como señal de reconocimiento a su dedicación.

En el acto también se hizo alusión en más de una ocasión a los esperados encuentros que se producen al otro lado de los muros de las prisiones, a esos escasos cuarenta minutos en los difícilmente se puede acertar a resumir todo lo ocurrido desde la última visita, a los encuentros vis a vis...

Un performance de dos actores desnudos que simulaban un encuentro en una bañera dio pie a la lectura de un texto en el que una persona encarcelada relataba, horas despues de la visita, el sentir del «acto sexual programado» y controlado por los funcionarios de prisión. Un encuentro en que «las miradas y las caricias transmiten aquello que no puede decirse con palabras». Una situación difícil que, como otras muchas de esa práctica tan difícil de explicar en pleno siglo XXI, afrontan con dignidad y determinación.

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