El Laboratorio, fue durante años una colección de sueños hechos realidad, un taller de experimentación con la vida y con el mundo que nos rodea. Una forma de demostrar que la autogestión funciona. De no mendigar el permiso de las autoridades para poder desarrollarnos, compartir y respirar en comunidad. De decir basta a la especulación de la vivienda, de la precariedad de nuestras vidas, de cuestionar la democracia del cementerio, y sobre todo de demostrar que las utopias son posibles.
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