Un pequeño y superficial reportaje sobre lo que sucede en las comisarías y cuartelillos españoles (como en las de cualquier parte del mundo). Referencias a alguno de los casos más flagrantes de nuestra democracia, como el comisario condenado por torturas (cómo serían las pruebas de este caso como para que sus cómplices jueces lo condenaran, eso sí, con una condena tan ridícula como la de todos sus compañeros que le permite seguir en su puesto -de hecho fue ascendido y su comisaría sigue siendo denunciada y protegida por el sistema-) o el Caso Roquetas, donde un hombre fue apaleado hasta la muerte en un cuartelillo tras acudir a pedir ayuda. El teniente protagonista de este nuevo crimen era de sobra conocido por incidentes similares en el pueblo, el crimen fue grabado en vídeo, 9 guardiaciviles pegan hasta matar ante una cámara a un hombre esposado en el suelo, y nadie es condenado y todos siguen en su puesto, en uno de los alardes más espectaculares del aparato judicial para proteger a sus compinches policiales. La muerte de este hombre, golpeado incluso con armas no reglamentarias para los criminales de uniforme, fue considerada "atentado leve contra la integridad moral" por un juez en España. A la familia de la víctima se le denegó una segunda autopsia. De este modo se impuso que la causa de la muerte no fue la brutal paliza, sino la que constaba en la autopsia que les convenía. Como digo, todo un alarde de poder, organización y sumisión del pueblo.
La policía, según uno de los testimonios, solía burlarse de los abogados de los torturados diciendo "qué les pasa a vuestros detenidos, que todos se caen, todos se golpean", en alusión a como todos los casos son archivados como autolesiones por parte de sus jueces.
Resumiendo, lo que hace cualquier policía del mundo.
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