Fernando Gallego es DJ, pero no una cualquiera: es Nando Dixkontrol. Es posible que para algunos sea un personaje anónimo, pero hubo un tiempo en que fue el epicentro de un terremoto sonoro. La fiesta se propagaba por dónde pasaba. Él era la fiesta. Su figura concentraba la esencia de una generación de jóvenes que reivindicaba el fin de semana como espacio lúdico, como lugar en el que expresarse lejos de las fachadas de la vida diaria. ¿Cómo? Bailando. Sin parar. Hoy, 30 años después de la sublimación del DJ como médium supremo, la ecuación sigue vigente, pero Nando Dixkontrol ya no es reclamo y Fernando Gallego se resiste a perecer. De las mieles del éxito al abismo del olvido; bailar o morir, no hay otro camino.
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