La cronología del trabajo de Argituz ocupa 60 páginas, aunque
asumen que catalogar todo lo ocurrido es y será imposible por su
dimensión. Por tanto, esta es solo una selección a efectos ilustrativos,
válida para recordar cómo un pueblo entero ha sufrido la violencia de
motivación política, y también cómo ello puede convertirse en acicate
para superarla cuanto antes y para siempre.
Tres muertos en una semana
La Semana Pro-Amnistía de 1977 se cebó en Errenteria. El 12 de mayo,
un guardia civil mató a Rafael Gómez Jauregi, 78 años, de un disparo en
el tórax, en plena Alameda. Un día después, otra bala alcanzó en el
pecho a Gregorio Marichalar, de 63, vecino de Beraun; moriría diez días
después. Y en la misma jornada y el mismo contexto, el vecino de
Errenteria José Luis Cano fue abatido en la calle Calderería de Iruñea
por otro policía.
Caso, Zamarreño y Elexpe
También en secuencia trágica fueron las muertes de concejales a manos
de ETA entre 1997 y 2001. José Luis Caso falleció tiroteado en un bar
de Irun. Le sustituyó Manuel Zamarreño, que solo llevaba un mes en el
cargo cuando perdió la vida por una bomba colocada en una moto, en mayo
de 1998. En 2001, otro tiro en la cabeza acabaría con Froilán Elexpe,
edil del PSE en Lasarte pero igualmente natural de Errenteria.
«Francis», transexual muerto a tiros
Nacido en Jaén, Vicente Vadillo «Francis» trabajaba como travesti en
locales de Oarsoaldea. Los testigos cuentan que aquel 10 de junio de
1979 se encaró con una persona que insultaba a los vascos. Se trataba de
un policía recién destinado a Errenteria. Disparó un tiro a la cara de
«Francis» y lo mató. Solo tenía 32 años.
Violadas como castigo político
Más jóvenes aún eran las víctimas de las violaciones con móvil
político concatenadas en seis meses de 1979 y 1980 entre Donostia e
Irun. Tres ocurrieron en Errenteria, contra chicas de 14, 16 y 18 años,
que fueron secuestradas, interrogadas y agredidas sexualmente con un
mismo modus operandi. En una de estas seis acciones mataron a Mari Jose
Bravo, de 16 años, en el cercano barrio donostiarra de Loiola. La
campaña acabó con ello, pero dejó una larga estela de terror durante
años. Fue reivindicada con las siglas de GAE y BVE, grupos de
ultraderecha.
La carta-bomba mató al cartero
Joven antimilitarista, de 21 años, José Antonio Cardosa trabajaba en
Correos de Errenteria. El 20 de setiembre de 1989 introducía una carta
dirigida a un militante de HB en el buzón de su domicilio cuando estalló
y lo mató. La sospecha de terrorismo de Estado fue evidente desde el
principio, y más aún cuando en 1996 Luis Roldán, que en aquel 1989 era
director general de la Guardia Civil, culpó al Ministerio del Interior
del envío de esa y otras cartas paralelas, todas ellas dirigidas a
militantes independentistas, como el abogado Iñigo Iruin y concejales de
HB de Azpeitia.
59 huérfanos por 31 muertes
Las 31 muertes incluidas en total en el estudio (bien producidas en
Errenteria o contra errenteriarras fuera de la localidad) han dejado
otros efectos muy graves, como un total de 59 niños y niñas huérfanos de
padre (posiblemente serán más dado que falta información cierta de
algunos pocos casos). De ellos, 51 corresponden a víctimas de ETA, seis a
muertos a manos de los GAL o las FSE, y los dos restantes a episodios
aún no esclarecidos completamente.
Niños malheridos por uno y por otro
En 1982 provocó gran conmoción el caso del niño Alberto Muñagorri, de
diez años, que perdió una pierna y sufrió otras graves heridas al pegar
una patada a una bolsa en la que había una bomba destinada a atentar
contra Iberduero. Menos conocido, y anónimo, es el caso de una niña
justo de la misma edad, herida de bala por la Guardia Civil en 1975
también en Errenteria.
Ertzainas quemados en la furgoneta
En los años más intensos de la kale borroka, en 1994 y 1995 hubo dos
ataques consecutivos muy graves a furgonetas de la Ertzaintza. En el
primero, dos agentes de 27 y 31 años resultaron con quemaduras de
segundo y tercer grado pese a arrojarse al río Oiartzun para apagar las
llamas. En el segundo, el ertzaina Jon Ruiz Sagarna quedó con la mitad
del cuerpo quemado, al ser atacada con cócteles molotov una furgona en
la que iban cinco policías. Estuvo un mes entre la vida y la muerte.
Ocurrió en las protestas callejeras tras el hallazgo de los cuerpos de
Joxean Lasa y Joxi Zabala.
Dos suicidios por acoso político
Se trata de otra tragedia que ha sacudido a los dos bandos en
conflicto. En 1982 un sargento llamado Julián Carmona se suicidó en
Errenteria en el velatorio de cuatro compañeros que habían muerto a
manos de ETA el día anterior. Y en 1988 Mikel Arrastia, del grupo de
dantzas Ereintza y monitor de natación, pereció al precipitarse al vacío
desde una casa de Gaztaño, cuando la Guardia Civil pretendía capturarle
acusándole de relación con ETA.
La última muerte, por un control
Temporalmente, el último fallecimiento incluido en el informe es uno
de los catalogados como «otros hechos de violencia política con
resultado de muerte». María Jesús Amigot falleció en 2006 en un
accidente de tráfico provocado por un control de carretera de la Guardia
Civil en Gaintzurizketa. Antes, en 1982, Miguel Garmendia murió
igualmente al incrustarse su coche con un camión detenido ante una
barricada, y se cuentan también varios casos de atropellos en
persecuciones, incidentes...
Bombas contra el Ayuntamiento
Ni siquiera el Ayuntamiento de Errenteria se ha salvado de sufrir
directamente la violencia política. El 19 de julio de 1979, una bomba de
los Grupos Armados Españoles (GAE) destrozó parte del edificio y
viviendas colindantes; HB había alcanzado la Alcaldía cuatro meses
antes. En noviembre del mismo año se produciría otro ataque similar.
Desde entonces se han registrado otros sabotajes con cócteles molotov,
piedras...
27 ataques a la «casa del pueblo»
El estudio cronológico de Argituz escoge como fin simbólico el 30 de
marzo de 2012. Se trata del día en que la sede del PSE de Errenteria se
reinauguró tras haber retirado los barrotes de seguridad de las
ventanas. Desde su apertura en 1983 hasta esa fecha, la llamada Casa del
Pueblo había contabilizado un total de 27 ataques y sabotajes. El
último tuvo lugar en el año 2005.
El dolor de cada uno se queda dentro, pero «las cosas están cambiando en el pueblo»
A la enumeración de los hechos de violencia política se le añade en
este trabajo otro elemento: una reflexión, también compartida, sobre qué
supuso todo ello para el pueblo y cada persona, y cómo se contemplan el
presente y el futuro. Para ello se recabaron opiniones como la de Chema
Herzog (miembro del PP y exconcejal), que detalla que él almorzaba con
dos muertos por ETA (Joseba Pagazaurtundua y José Luis López de Lacalle)
y era primo de otro (Fernando Múgica Herzog).
También la de Anjel Mari
Elkano, exconcejal de HB y ahora sometido por su actividad política al
juicio por la redada de Segura, que afirma que «creo que todos los que
me rodean se han pasado la vida entera, igual que yo mismo, pensando que
los picolos podían pasar por mi casa de madrugada, y pensando sobre
todo que pueden venir sin razón alguna de peso, que es algo que te
inquieta profundamente». O la de Maite Peña, edil del PNV, que evoca la
conmoción que le produjo «cuando quemaron a los ertzainas».
No obstante, quizás más impactantes son otras reflexiones, porque se
difunden sin precisar su interlocutor, lo que las vacía de lecturas
sujetas a prejuicios. Aquí se palpa coincidencia en que las cosas han
cambiado, están cambiando, mucho en Errenteria. Una de estas «voces
anónimas» (en total son nueve los entrevistados, políticos y no
políticos) resume que «la violencia era como una espiral que nos llevaba
a todos y todas. Yo decidí irme de aquí a otro lugar porque me parecía
un poco asfixiante». Otra detalla que hoy día «las miradas se han
ablandado totalmente». Y una tercera ve «mayor atención y mayor esfuerzo
en cruzar realidades».
Una de las personas entrevistadas pone el ejemplo de las
concentraciones de jubilados de los primeros lunes de mes, «porque es lo
más unitario que he visto yo. Eso, hace unos años, aquí sería
impensable». Hay bastante unanimidad también en reconocer el impulso del
gobierno municipal de EH Bildu. Por ejemplo, una persona valora «gestos
bonitos, como estar en una Feria de Abril y que la concejala dijera
‘vosotros también sois nosotros, nosotros también somos vosotros, todos
formamos el pueblo’. Algo que es de cajón de madera de pino, pero que
antes no se podía decir o no se decía, porque no había esa interacción».
«Las cosas están cambiando en el pueblo –apostilla otra voz de este
estudio–. Estamos superando la incomunicación que había antes».
El valor de la empatía es remarcado por unas cuantas de las personas
cuya opinión ha requerido Argituz. Hay quien afirma ver a los demás
ahora de este modo: «No eres mi enemiga, en todo caso eres mi
adversaria, y en algunas (o muchas) cosas podrías ser mi aliada».R.S.
http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/gara_2015-11-16-06-00/hemeroteca_articles/errenteria-1956-2012-la-espiral-del-sufrimiento