Mostramos nuestra sorpresa ante la noticia recogida en El Correo Alava referente a la denuncia interpuesta contra nosotros por el departamento de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteizko Udala por la obra “All Pitufos Are Bastards”. Con ese diseño queríamos denunciar, amparándonos en el libre ejercicio de nuestra libertad de expresión, la desmesurada actuación policial del 13 de Febrero en la calle Correría, de la que hay numerosos vídeos grabados por ciudadanos que asistieron asombrados a la actitud de una Policía Municipal que no es la primera vez que se excede en el uso de una autoridad que ahora se siente injuriada.
Mientras que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos insiste en que “la libertad de expresión es aplicable incluso a aquellas que resultan opuestas, lastiman o inquietan. Así lo requieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe sociedad democrática”, vemos cómo en el Estado español se continúa persiguiendo y condenado a aquellas voces que critican las fallas del mismo. Así lo recogen informes como el de la organización internacional Freemuse (organización no gubernamental con estatus de consultora para Naciones Unidas y la Unesco), que colocan al Estado español en el liderazgo respecto a artistas encarcelados junto a “compañeros de viaje” como Irán, Turquía o Egipto.
No es de recibo que en una “democracia plena”, como así gustan de definir a algunos el régimen en el que vivimos, se quiebre el dedo que apunta y no se reflexione sobre el abismo al que señala, el del paro juvenil, la precariedad laboral, los desahucios, la obscena sumisión frente a los poderes económicos o los sistemáticos abusos de un estamento policial intocable (aunque de piel muy fina) que parece está por encima de cualquier crítica o escrutinio por parte de la ciudadanía a la que supuestamente sirve.
Los artistas, y por extensión nuestras obras, somos permeables a toda esta situación, con toda la carga de indignación y enfado que ello conlleva, y no estamos dispuestos ni a rebajar nuestro tono ni a revisar los términos en los que éstas se expresan por miedo a herir la sensibilidad de ninguna institución ni estamento público. El arte sin libertad siempre acaba encontrando vías para expresarse (a pesar del riesgo), pero ninguna sociedad que se precie de ser libre puede tener a sus artistas perseguidos, amordazados o encarcelados.
Si deciden llevarlo a los tribunales de acuerdo, nos prepararemos con todas las herramientas legales a nuestra disposición, pero también haremos uso de las que mejor nos han servido hasta ahora, la movilización en la calle y el llamamiento a la solidaridad tanto del sector artístico como del de la ciudadanía y sus organizaciones.
STOP CENSURA.
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