El 18 de mayo el Departamento de Industria del Gobierno vasco dio la orden de dejar sin suministro eléctrico al barrio liberado de Errekaleor. Con el objetivo de ejecutar esa orden, algunos operarios de Iberdrola, acompañados de siete furgonetas de la Ertzaintza, se acercaron al barrio.
Las vecinas del barrio, conociendo de antemano qué intenciones tenían, estaban preparadas para resistir desde pronto a la mañana. Un par de miembros de Hala Bedi se encontraban allí para entonces, con el objetivo de informar de primera mano de lo que pasara.
Más tarde, se fueron acercando otros medios de comunicación. Para entonces, la Ertzaintza ya había desplegado el cordón policial impidiendo la entrada a cualquier persona, incluyendo a la prensa. Así pues, la mayoría de los medios tuvieron que contar lo que allí pasaba desde el otro lado del cordón policial.
Hala Bedi, fue por tanto, el único medio que pudo contar lo que ocurría en directo y desde dentro.
Mientras crecía la tensión entre las habitantes del barrio, que estaban defendiendo su proyecto, y la Ertzaintza, uno de los policías se acercó a nuestro compañero de Hala Bedi a golpes y empujones cuando estaba grabando con el móvil. Como consecuencia de este ataque, le rompió el móvil. Entonces, el periodista le enseñó su carnet de prensa y pidió al policía que se identificara. Éste, sin más explicación, le quitó la acreditación de prensa de las manos y le pidió el documento de identidad. Finalmente, después de mucho esfuerzo, al periodista le fue devuelto el carnet de prensa y el ertzaina le facilitó su número de placa, añadiendo en tono amenazante: “sabemos quiénes sois, sabemos que sois del entorno radical”.
Ante estos hechos Hala Bedi quiere manifestar:
- Todas las personas tenemos derecho a recibir información de lo que sucede a nuestro alrededor, por eso no nos parece lícito que se les negara al resto de periodistas la entrada al barrio. Ya que en cuanto llegó la Ertzaintza colocó el cordón policial y no dejó entrar a nadie.
- Hala Bedi pudo esquivar ese cordón policial (porque se encontraba en el lugar antes de la llegada de la Ertzaintza) y por tanto, fue el único medio de comunicación que pudo informar en directo e in situ de todo lo que pasó. Esto nos parece, claramente, un ataque a nuestro derecho a la información y a la expresión. Nos parece una medida que busca ocultar los excesos policiales que se pudieran dar en estas situaciones.
- De la misma manera que ellos saben quiénes somos, nosotras también sabemos quién es el ertzaina que nos rompió el móvil, ya que, después de mucho esfuerzo, nuestro compañero consiguió el número de identificación del policía.
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