“La ausencia de información de los primeros días, y el goteo
posterior, más que tranquilizar, aumentó la preocupación de los
vecinos”. El pasado sábado 15 de febrero una multitudinaria
manifestación salió a protestar en Eibar, Ermua y Zaldibar (pueblos
limítrofes de Gipuzkoa y Bizkaia). “Queremos exigir a las instituciones
información precisa y transparente, así como un plan de actuación
concreto. Exigimos exámenes médicos a los vecinos en la mayor brevedad
posible, y es imprescindible exigir responsabilidades a quien
corresponda”, leyeron en el comunicado los vecinos del barrio de
Eitzaga, entre aplausos de los manifestantes.
El ambiente era
tenso en Zaldibar. Personas de todas las edades salieron a la calle
ataviadas con mascarillas, no solo como símbolo, sino como protección
del aire contaminado a causa de los incendios del vertedero, que el 6 de
febrero desprendió 50.000 toneladas ladera abajo, sepultando a dos
trabajadores, colapsando la autopista y generando un importante desastre
ecológico y, posiblemente, la crisis política más grande de la década
en el País Vasco.
El grito más repetido fue Zaldibar argitu!
(Esclareced Zaldibar!, en traducción literal), pero en la manifestación
no faltaron consignas reclamando la dimisión de Iñaki Arriola e Iñigo
Urkullu, el consejero de Medio Ambiente y el presidente del Gobierno
vasco, respectivamente. Pero antes de que seguir adelante con el relato,
conviene que los hechos arranquen desde el principio.
Jueves 6 de febrero
Son
poco más de las 16.00 horas. El teléfono de emergencias 112 empieza a
sonar. Llaman sobre todo los conductores que circulan por la autopista
A8. Explican que el monte se ha caído a la altura del municipio de
Zaldibar (Bizkaia, a pocos kilómetros de Gipuzkoa), y ha cortado el
tráfico en ambos sentidos. ¿Qué ha pasado? Los servicios de emergencia
salen a toda velocidad y, en un principio, se informa de que seis
personas que trabajan en el vertedero, que se ubica más arriba de la
autopista, en una de las laderas del monte, se encuentran desaparecidas.
Quizá algún coche también ha sido alcanzado por el salto de los
escombros. Posteriormente, se informa de que varios de los trabajadores
desaparecidos habían salido a tomar café, pero siguen faltando Alberto
Sololuze y Joaquín Beltrán.
Dos técnicos de Protección
Civil coordinan el plan de salvamento y los trabajos se dividen en dos
áreas: en la parte superior del vertedero, buscando a los trabajadores
desaparecidos, y en la parte inferior, buscando si alguien ha quedado
atrapado en algún coche con el salto de escombros a la autopista.
Entre las 20.30 y las 21 horas, llega al
escenario del crimen
el técnico de Osalan, el Instituto Vasco de Seguridad y Salud
Laborales. Bomberos y agentes de la Ertzaintza, la Policía autonómica
vasca, trabajan en las labores de rescate. El técnico de Osalan empieza a
hablar con los trabajadores del vertedero, y se da cuenta de que hay
amianto en él. Miles de toneladas. Los rescatadores llevan horas
faenando sin estar ataviados con la ropa de protección del mineral
asesino. ¿Cómo es posible que, durante horas, ni Protección Civil, ni la
empresa, ni el Departamento de Medio Ambiente, hayan informado sobre el
amianto acumulado en el vertedero? Gobierno vasco, a través del
Departamento de Medio Ambiente, concede las licencias de los vertederos,
pero hasta el momento nadie del ejecutivo de Iñigo Urkullu se ha
responsabilizado de que bomberos y ertzainas atendieran una emergencia
de tal calibre al descubierto.
Viernes 7 de febrero
Los
trabajos se detuvieron a la una de la madrugada, debido al hallazgo de
amianto. Y un día después del accidente, el escándalo empieza a tomar
dimensiones. El diputado de Transportes de Bizkaia, Imanol Pradales,
explica en Radio Euskadi que, tras una hora y media de parón, los
equipos de rescate se han vestido con los equipos adecuados y han
seguido trabajando durante toda la noche para liberar la vía de la
autopista. Y lo consiguen. En la entrevista, se nota que es diputado de
transportes: habla de su competencia—la autopista—, resta importancia a
la aparición de amianto y desea que pronto aparezcan los dos
trabajadores desaparecidos. El viernes por la mañana, miles de coches
vuelven a circular por la autopista que conecta Bilbao y Donostia.
En
el vertedero, arriba, el equipo de trabajo de rescate permanece parado
durante 14 horas. La sociedad sigue sin recibir noticias, aunque sean
malas. Mientras, en los despachos, los dirigentes políticos discuten si
adelantar o no las elecciones. Los familiares de los dos trabajadores
desaparecidos comienzan a alzar la voz, expresando su indignación en los
medios de comunicación. El responsable del operativo inferior, es
decir, de la autopista, es la Diputación de Bizkaia, y en concreto el
Diputado de Transportes. Pero, ¿quién es el responsable del operativo
superior? Nadie se da la cara.
José Ignacio Barinaga Eguia es el
gestor de la empresa del vertedero, Verter Recycling 2002. En 2017,
declararon 379.689 toneladas de amianto, 540.667 en 2018 y en 510.994 en
2019. La empresa, que recibió la autorización mendioambiental, está
obligada a informar al Gobierno Vasco del material arrojado en Zaldibar.
En la tarde del viernes, se reanudan las labores de rescate, pero a
pocas horas vuelven a interrumpirse. Oscurece y la tierra es inestable.
La tensión aumenta, son horas críticas para la supervivencia de los dos
trabajadores sepultados. Los responsables del Gobierno Vasco siguen sin
hacer acto de presencia. Los ciudadanos se despiertan al día siguiente
con la siguiente noticia: en la noche del viernes se ha declarado un
incendio en la parte alta del vertedero y los bomberos no pueden
apagarlo.
El humo tóxico es arrastrado por el viento y los
vecinos lo describen como fuerte olor a plástico quemado. En una
sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco de 2015 se ha
constatado que el vertedero recibió materiales peligrosos, al menos
temporalmente, sin contar con autorización y sin notificación: bifenilos
policlorados (PCB). Ekologistak Martxan anuncia que también podría
haber lindano. Se hace público que, en 2017, el vertedero de Zaldibar
acogió 2.000 toneladas de escoria de la incineradora Zabalgarbi de
Bilbao. El incendio sigue y convierte al vertedero de Zaldibar en una
incineradora al aire libre y sin filtros. Es un potente foco de
contaminación.
Los ciudadanos se enteran de lo que ocurre
gracias a las investigaciones de los medios de comunicación. Los fuegos
pueden ser de tres tipos: de vuelo, de suelo o de subsuelo. Estos
últimos son los más difíciles de apagar. Como si se tratara de una
carbonera, el fuego subterráneo del vertedero encuentra acomodo y va
quemando todo el entorno. Un fuego de estas características puede
permanecer encendido durante meses. Después de pasar toda una semana
combustiendo, queda por ver si con la lluvia que ha empezado esta semana
se apaga, pero al mismo tiempo, hay riesgo de que los escombros cojan
peso y se caigan otra vez ladera abajo.
Sábado 8 de febrero
La viceconsejera de Medio Ambiente, Elena Moreno, sale a dar la cara. I
ntenta
restar gravedad al accidente. Ese mismo día, el portavoz del Gobierno
vasco, Josu Erkoreka, sube una foto a las redes sociales donde aparece
sonriente en la cima del monte Anboto, como un sábado cualquiera. La
oleada de críticas consiguen que a la noche, el portavoz del ejecutivo
retire la foto. Empiezan a transmitir nerviosismo.
Domingo 9 de febrero
El
viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, sale a dar la cara. No
consigue tranquilizar a la población. Hay muchas preguntas sin respuesta
y las redes sociales se van cargando de presión. El hashtag
#NonDagoUrkullu (¿Dónde está Urkullu?, en castellano) recoge cientos de
mensajes. El humo sigue contaminando los pueblos de alrededores.
Lunes 10 de febrero
La
indignación y la presión de muchos ciudadanos es máxima. Los siguientes
en salir a la palestra son los consejeros de Medio Ambiente y la
consejera de Seguridad, Iñaki Arriola y Estefanía Beltrán de Heredia,
respectivamente. Sus caras son un poema. El primero es del PSE, la
segunda el PNV. En el momento que terminan de dar explicaciones, el
ejecutivo de Urkullu anuncia una rueda de prensa del lehendakari a las
16.00.
La expectación es máxima. Sale Iñigo Urkullu a hablar. En
su intervención de 40 minutos no ha citado a Zaldibar. Anuncia que
disuelve el Parlamento Vasco y que adelanta las elecciones. Cuando
termina, el periodista de Gara Iñaki Iriondo le pregunta sobre Zaldibar,
y todas las cámaras recogen la respuesta del lehendakari: “No acudiré a
Zaldibar, no por lo menos por las campañas de Twitter. No me gustan las
escenificaciones”. La bola se hace cada día más grande. Los familiares
de los desaparecidos no se callan y hacen público su enfado.
Miércoles 12 de febrero
En
dos días, Urkullu sometido a la presión, aparece en Zaldibar. El
Gobierno Vasco está sumergido en una tormenta de críticas. Los medios de
comunicación han publicado que el Departamento de Medio Ambiente
inspeccionó el vertedero en junio de 2019 y, a pesar de encontrar
“graves irregularidades” y darle la puntuación más baja, no sancionó la
empresa. La viceconsejera dice que estaban “a punto de sancionarlo”.
Mucha gente no se lo cree.
Viernes 14 de febrero
Llega
el último escándalo de grandes dimensiones, cuando tras una semana
entera afirmando que “la calidad del aire es buena”, el Departamento de
Salud reconoce en una rueda de prensa de urgencia que la cantidad de
dioxinas y furanos en las zonas afectadas es de entre 40 y 50 veces
mayor que las admitidas. Recomienda a los vecinos que cierren ventanas y
no hagan deporte en la calle. Se suspende el partido de fútbol entre el
Eibar y la Real Sociedad, con todo lo que ello significa en términos
comunicativos. Muchos se preguntan si es aceptable seguir trabajando en
la calle.
Martes 18 de febrero
El tándem PNV-PSE ha
iniciado de forma complicada la campaña electoral para el Parlamento
vasco. Urkullu indicó que en un principio su objetivo era lograr la
mayoría absoluta, pero el 5 de abril se verá cómo ha afectado la crisis
política más grave que está sufriendo el gobierno de Urkullu en ocho
años. Hoy, el lehendakari comparecerá en sede parlamentaria ante una
oposición que le querrá saltar al cuello.
Al mismo tiempo,
Urkullu disolvió el Parlamento con unas elecciones anticipadas, dejando a
la oposición sin acceso a los datos sobre esta crisis. Asimismo, en la
mesa técnica que gestiona la crisis están presentes los departamentos
implicados del Gobierno vasco, así como los alcaldes de Zaldibar, Ermua y
Eibar. Pero el alcalde de Elgeta denuncia que no ha sido invitado, pese
a estar a 200 metros del vertedero. Él sería el único miembro de EH
Bildu.
También hay quien denuncia la relación de dos miembros de
la Mesa de Crisis de Zaldibar con el lobby de las incineradoras. Los
partidos de la oposición en el Parlamento vasco han denunciado que el
Gobierno no les informa y que están siguiendo los acontecimientos a
través de la prensa.
En 1997, el Ayuntamiento de Zaldibar prohibió
los vertederos en el municipio con los votos de Herri Batasuna, Grupo
Independinte y un concejal del PNV que rompió la disciplina de partido.
Votaron en contra el resto del PNV y el PSE. La lucha contra este
proyecto viene de muy atrás y merecería un artículo aparte. Solo
remarcar que el Ayuntamiento se comprometió a someterlo a referéndum con
los mismos votos que aprobaron la moción que prohibía el proyecto, pero
nunca organizó una consulta popular. En 2003, el Ayuntamiento de
Zaldibar, en manos del PNV, volvió a la carga con el proyecto, y echaron
atrás la prohibición de hacer más vertederos en el pueblo (PNV, PSE y
Grupo Independiente a favor; Herri Batasuna en contra). Las actas
municipales son dignas de lectura, las discusiones fueron muy tensas. En
2007, el alcalde del PNV, Igor Barrenetxea-Arando, le concedió las
licencias de obras, y en 2011, con la izquierda abertzale aún
ilegalizada y a 16 días de perder la alcaldía, la alcaldesa del PNV
Idoia Mendiolagarai le concedió al vertedero la licencia de actividad. A
las dos semanas Bildu consiguió la mayoría absoluta en el pueblo.
En la manifestación del pasado sábado, la
última persona en tomar la palabra fue Helene Alberdi, representante de
los familiares de los trabajadores desaparecidos. “Gracias a las miles
de personas que habéis venido hoy aquí, así como a todas las personas
que habéis hecho llegar vuestro cariño y fuerza a lo largo de estos
largos días. La verdad es que nos estamos sintiendo muy queridos, y eso
es muy importante. Esperamos que gracias a esta presión se tome en serio
el trabajo y podamos sacar a nuestros familiares de ahí cuanto antes.
Gracias, de verdad”.
Una madre y un hijo, ya de avanzada edad,
observan desde el otro lado de la autopista cómo trabajan las
excavadoras a la altura del lugar del accidente. Son vecinos originarios
de Galicia, que migraron hace 40 años a Ermua para trabajar. “Todo esto
nos recuerda a lo que ocurrió con el petrolero Prestige. Allí también
se produjo una desazón tremenda, ¿y qué hizo Rajoy? Primero quitarle
importancia diciendo que eran hilos de plastilina, alejaron el barco de
la costa, dieron pena, y al final por la mala gestión ensuciaron toda la
costa. Creo que aquí está ocurriendo algo parecido”, concluyen y se
alejan paso a paso.
https://www.elsaltodiario.com/residuos/zaldibar-prohibicion-vertederos-municipales-crisis-decada